
Este miércoles 24 de julio se cumple el rebase ecológico planetario del año 2025. Fecha en la que la demanda humana de recursos naturales rebasa la capacidad de la biosfera para producirlos en el curso de cada año. Medida desarrollada por la organización internacional «Global Footprint Network» y fecha establecida con base en la contabilidad sobre biocapacidad y huella ecológica que realiza la Universidad de York (https://overshoot.footprintnetwork.org/newsroom/press-release-2025-english/?zma_cid=1103366000001146211&zma_src=1103366000041777602&zma_mdn=1).
Esta fecha significa que la humanidad, promedio global, ha utilizado 1.75 veces más rápido los recursos que los ecosistemas de la Tierra son capaces de generar anualmente. Estamos emitiendo más CO2 del que la biosfera tiene capacidad de absorber, utilizando más agua dulce de la que los ecosistemas renuevan, talando más árboles de los que pueden crecer, pescando más allá de las capacidades de renovación de las poblaciones acuáticas y, particularmente, estamos provocando extinciones de biodiversidad a ritmos cien a mil veces superiores de los que ocurren de manera natural. Ese sobreuso, más allá de las capacidades de renovación de la naturaleza, nos conduce inexorablemente al agotamiento del capital natural que la Tierra ofrece a la humanidad, comprometiendo la disponibilidad de recursos vitales a mediano y largo plazos.
Este 2025 el rebase ecológico planetario sucede más temprano que ningún otro registrado hasta el presente, pero en realidad la fecha se ha mantenido en este rango de los primeros siete meses del año durante los últimos quince años. El día del rebase ecológico planetario indica durante cuánto tiempo, cada año, la humanidad vive agotando los recursos del futuro; lo cual sucede así desde hace —al menos— cincuenta años.
Las presiones sobre los recursos naturales no sólo se mantienen, se intensifican, ya que los déficits de los rebases ecológicos anuales son acumulativos. Cada déficit anual se adiciona a la deuda acumulada durante años anteriores.
Desde el punto de vista económico, el rebase ecológico planetario constituye una falla de mercado de escala global que configura un círculo vicioso, porque mantiene precios subvaluados de recursos cada vez más escasos, lo cual estimula su sobreuso, lo que nos conduce de manera ineludible a crisis de desabasto. Para empeorar las cosas, los proveedores de biocapacidad no reciben compensación suficiente que les permitan mantener sus capacidades.
El estado actual de cosas significa que la humanidad requeriría 1.75 planetas para mantener el de nivel de vida promedio global del presente. Promedio que se distribuye de manera muy desigual entre países, según sus modos y niveles de consumo; por ejemplo, Japón requeriría 6.6 equivalentes a sus propias capacidades; China 4.7; Italia 4.4; Suiza 4; Reino Unido 3.6; etcétera (Figura, abajo).

Si se analiza la situación en términos de los recursos de cuántos planetas se requerirían si todo el mundo tuviera el nivel de consumo de los países de mayores ingresos: requeriríamos los recursos de cinco planetas si toda la humanidad tuviera el nivel de consumo de los Estados Unidos; 4.7 planetas si fuera como el de Australia; 3.8 si fuera como el de Rusia; 3.3 si fuera como el de Francia; 3 como Alemania; etcétera (Figura, abajo).

Y por supuesto, la huella ecológica es diferente para cada país, de acuerdo con sus niveles de consumo y qué tanto importan recursos naturales y/o exportan externalidades negativas (huella de carbono, huella hídrica, contaminación, etc.). Qatar, Luxemburgo y Singapur se encuentran encabezan la lista de países con mayor huella ecológica, con rebase ecológico desde febrero. Entre los países desarrollados, Estados Unidos rebasó el 13 de marzo, Canadá el 26, Francia el 19 de abril, Alemania el 3 de mayo y Reino Unido el 20. China el 23 de mayo. En el otro extremo, Uruguay, Indonesia y Nicaragüa presentan rebase más tardío; Uruguay en primer lugar, el 17 de diciembre, lo que equivale a sólo 14 días de déficit. En nuestro caso, México reduce por unos cuantos días su déficit de recursos naturales, respecto del promedio global, con rebase ecológico el 30 de julio.

La medida de huella ecológica prevé consecuencias que pueden resultar desastrosas, situaciones de estancamiento con inflación, inseguridad alimentaria, inseguridad energética, crisis de salud y consiguiente intensificación de conflictos sociales.
Tanto como las cuentas ecológicas nacionales, o el análisis de transgresión de umbrales planetarios, la huella ecológica —que contiene la huella de carbono y la huella hídrica— constituye un referente clave para corregir las cuentas económicas nacionales del producto interno bruto (PIB), sesgadas por considerar solamente precios de mercado y omitir el valor económico del capital natural y de los servicios de los ecosistemas.